No intentes ser coherente todo el tiempo. A fin de cuentas, San Pablo dijo que "la sabiduría del mundo es locura ante Dios".
Ser coherente es llevar siempre la corbata a juego con los calcetines. Es estar obligado a tener mañana las mismas opiniones que tenías hoy. Y el movimiento del mundo, ¿dónde se queda?
Mientras no perjudiques a nadie, cambia de opinión de vez en cuando, contradícete sin avergonzarte por ello.
Tienes ese derecho. No importa lo que piensen los demás porque, en cualquier caso, pensarán.
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